(Pregunta a la andaluza tras el 22-M: ¿Ha muerto el bipartidismo? Respuesta a la gallega: depende. Porque en el proceso de una ejecución, ¿la víctima está ya muerta o está muriendo? Una vez más, el gato de Schrödinger. O el “no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo” del –creo- diputado Blasco Ibáñez. Vayamos no obstante partido por partido…)
PSOE (47 diputados, misma cifra que en 2012. Con un 99,95% escrutado pierde cerca de 80.000 votos respecto a la última convocatoria autonómica). Amarga victoria, aunque se venda de otra forma. Si el partido dominante en Andalucía durante 33 años debe sonreír porque ha detenido la sangría de votos y se queda a ocho escaños de la mayoría absoluta es que es consciente de que ha perdido peso. No hay más que irse a las elecciones de 2008, las últimas de antes de la crisis: en siete años, el PSOE andaluz ha perdido casi 770.000 votos. Conviene recordar que es el peor resultado, tanto en votos como en escaños, del PSOE en Andalucía desde 1994. Y conviene recordar el marco de 1994, el de un PSOE desgastado por la corrupción (Filesa, Banco de España, Expo, Roldán, Juan Guerra…) y el terrorismo de Estado (GAL). Aquel Gobierno autonómico, el segundo de Chaves, apenas duró dos años a causa e la pinza entre PP e IU.
PP (33 diputados, 17 menos que en 2012. Con un 99,95% escrutado pierde más de medio millón de votos respecto a la última convocatoria autonómica). El peor resultado de los populares desde 1990, cuando Gabino Puche fue el candidato del PP. Un nombre hoy tan desconocido y reñido con el carisma como el de Moreno Bonilla. Recordemos al PP de 1990: Es el PP en el que acababa de aterrizar Aznar, el PP anterior del conveniente –o convenido- viaje al centro. Es, en suma, el PP de las elites, no de las clases medias. Esta aparece como la peor lectura para los populares: la gestión de la salida de la crisis les ha distanciado de las clases medias; esto es, del centro. La diferencia es que en 1990 el PP podía aspirar a hacerse con el centro político que ocupaba el CDS en retroceso de Suárez. Hoy ese espacio lo ocupa Ciudadanos, un partido en expansión.
Podemos (Se estrena en la Junta con 15 diputados. Con un 99,95% escrutado logra 590.000 votos, más del triple de los obtenidos en las elecciones europeas). Aunque la expectativa fuera mayor y exista un argumentario para defender que este 22-M ha sido un fracaso, el éxito es evidente. Triplicar en un año el número de apoyos abunda en la teoría positiva que defienden Íñigo Errejón y Teresa Rodríguez casi con las mismas palabras: las andaluzas no son una foto fija, sino un fotograma del crecimiento de Podemos. Sin embargo, hay constantes para la preocupación: el resultado en un ambiente favorable (descontento, protesta, fervor mediático y una región abierta a votar a la izquierda) es bueno, pero no brillante. Y Podemos es la tercera fuerza en votos en todas las provincias andaluzas, siempre por encima del 11 y por debajo del 19%. La cuestión es si ese cuota es principio o límite. En todo caso, aspirar a gobernar España con un 15% de votos en Andalucía a ocho meses vista de las generales es soñar. Lo que no es del todo una mala noticia para Pablo Iglesias. El PSOE de los diez millones de votos de 1982 germinó en el PSOE de los cinco millones de votos de 1979. Y la mejor manera de encabezar un Gobierno es habiendo liderado previamente la oposición.
Ciudadanos (Se estrena en la Junta con 9 diputados. Con un 99,95% escrutado logra 369.000 votos. En las europeas obtuvo poco más de 46.000). C’s logra en Andalucía tantos parlamentarios como tiene en Catalunya, nueve, y saca 110.000 votos más de los que obtuvo en las catalanas de 2012 (275.007). Primer mensaje con dedicatoria a Antonio Sanz, delegado de Gobierno en Andalucía: Ciudadanos ya no es un partido catalán. O no solo. No obstante, su discurso más conocido, al tener raíz política en Catalunya, es el de la unidad de España. Una línea argumental que en Andalucía resulta inútil. Aparentemente, Ciudadanos se construye en Andalucía con el voto de los descontentos ubicados ideológicamente en el centro político. La tentación será convertirse en el apoyo recurrente del PSOE, dado que Susana Díaz no descartó explícitamente pactar con C’s… Aunque Albert Rivera sí lo ha hecho. En todo caso, si algo sabe Ciudadanos –y si de algo ha sacado rédito electoral- es hacer oposición.
IU (Cinco diputados, siete menos que en 2012. Con un 99,95% escrutado pierde casi 165.000 votos respecto a la última convocatoria autonómica). Como cada vez que obtuvo un buen resultado, IU eligió en 2012 mimetizarse con el PSOE. Y siempre lo acaba pagando. IU, en Andalucía y en España, es la historia de un suicidio recurrente. Quizá, tras este 22-M, ya sea definitivo.
Y entonces… ¿Qué?
En cierta manera, Andalucía se asemeja ahora a Catalunya. Si en Catalunya la primera pregunta política, antes que derecha o izquierda, es nacionalismo (independencia) sí o no, en Andalucía la primera pregunta ha sido: ¿Nueva política o vieja política? El mapa ideológico de la región permanece estable: la mayoría del voto es para la izquierda, en una horquilla del 55% al 65% en los sucesivos comicios. El nuevo mapa señala que un 25% de los andaluces han optado por confiar en un nuevo elemento del juego, se llame Podemos o Ciudadanos. Que PSOE y PP sumen el 62% del voto no permite hablar del fin del bipartidismo, pero negar que la caída en representación de los partidos clásicos (81,5% del voto en 2012) frente a los nuevos es notable sería negar la realidad. Es un aviso. Algo más que un aviso.
El bipartidismo parece haber dado paso a un nuevo concepto: el bibloquismo. Vieja política frente a nueva política. Dado que el interés común de Podemos y Ciudadanos es hacerse con el espacio de los partidos viejos, parece de sentido común que los representantes de la nueva política lleven a cabo en Andalucía –y como mensaje para el resto de España- una evolución de la pinza italiana: Esto es, negar el pan y la sal al PSOE para forzar bien a ingobernabilidad, bien que busque el apoyo, tácito o expreso, del PP. Lo que iguala a socialistas y populares abunda en el mito del #PPSOE, del “son iguales”. Y esa igualdad, o incluso la apariencia de igualdad, les beneficia.
Podemos y Ciudadanos tienen una gran lección en la caída de IU. Para evitarla, la primera norma es no ser pie de apoyo de los partidos viejos. Veremos si resisten.
¡Da gusto leerte!
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