
‘Revolutionary Road’
De cuando escribía reseñas (y no me las publicaban)
Cada autor configura su universo. De la misma forma que el Madrid de la movida es totémico para Almodóvar, o el Manhattan pudiente y progresista es el escenario de Woody Allen, para el director Sam Mendes el plató ideal es la América suburbial de las apariencias, el antisueño americano. En Revolutionary Road, como en American Beauty (1999), el cineasta británico nos transporta a la decadencia de un matrimonio; como en American Beauty, la lucha contra la apatía, contra la realidad, es el hilo conductor de un film que se mantiene fiel al espíritu de la novela homónima de Richard Yates.
En Connecticut, durante los esperanzados años 50, una pareja, Frank (DiCaprio) y April (la magnífica Winslet), asisten al final de su juventud, representada por París. París es el deseo, la oportunidad, la ruptura con la rutina y la decepcionante vida lograda; París es el sueño inicial, la metáfora de lo que unió al matrimonio, finalmente perdido. París es una bellísima elipsis: nunca mostrada, la ciudad de la luz aparece perfecta y sanadora, tan inalcanzable como la Ítaca de Homero, aunque no sea tanto la propia ciudad como las esperanzas depositadas en ella. Tiene Revolutionary Road visos de tragedia clásica. John Givings, el hijo esquizofrénico de los vecinos, soberbiamente interpretado por Michael Shannon, es el augur, el loco shakespeareano, el único capaz de afrontar la verdad. Los demás, los cuerdos, conviven y alimentan los deseos públicos de Frank y April, ocultas como quedan sus divergencias, discusiones y decepciones, que les encaminan hacia un desenlace inevitablemente fatal. Aunque no sólo Shannon ofrece su mejor brillo: lejos de ser meros adjetivos llevados a la pantalla, cada personaje (Kathy Bathes como Helen Givings) está lleno de matices que forman una identidad consecuente que puede entenderse dentro de un razonamiento desesperado. El conflicto interno –aceptar la realidad, asumirla como una suerte de pax personal y renunciar a lo que ya fue imposible- de cada individuo se resuelve de manera distinta en cada uno de los tres matrimonios presentados. La tríada de soluciones presenta como opciones la sumisión, el silencio y la rebeldía. O tal sean sólo dos: la supervivencia o la tragedia.
Pulcra sin renunciar al brillo, fiel, extraordinariamente ambientada e interpretada con el corazón, esta obra maestra –esta pieza de artesanía, realmente- explora el alma humana en esa hora en la que no queda más que valorar qué hemos hecho, qué tenemos, y acompasar así nuestra existencia a ese bagaje. Ese momento en el que no queda más que decir adiós a lo que quisimos ser y ser consecuentes con lo que somos. Ese momento en el que a Frank y a April, a nosotros mismos, no nos queda más que admitir que nunca nos quedará París.
‘Revolutionary Road’ (2008) / Director: Sam Mendes / Intérpretes: Kate Winslet, Leonardo DiCaprio / Guión: Justin Haythe, basado en la novela de Richard Yates.