Por qué Trump ataca a la inmigración (y al Partido Republicano le conviene)

Las elecciones presidenciales de 2012 se decidieron en California, Nuevo México y Florida, tres estados fronterizos que dieron a los demócratas 89 votos electorales que garantizaron el segundo mandato de Obama | La agresiva campaña antiinmigración del precandidato republicano Trump llama al voto reaccionario para recuperar ese terreno, con el Partido Republicano observante en la distancia

Donald Trump está siendo la estrella de la campaña a la candidatura republicana de cara a las presidenciales de EE.UU. de 2016. Su discurso reaccionario respecto a la inmigración ilegal ha conseguido el que debe ser su primer objetivo: que la inmigración ilegal sea un tema de debate de un calado superior al previsto. La pregunta es: ¿El del republicano es un discurso vacuo, fácil y populista que se deshará con el tiempo o responde a un plan? Por motivos obvios –Trump no aspira a ser un agitador de precampañas, sino candidato-, la respuesta correcta es la segunda opción. Y la explicación está en el mapa electoral resultante de las presidenciales de 2012.

(Fuente: Wikipedia)

Las últimas elecciones de 2012 se decidieron en California, Nuevo México y Florida, tres estados fronterizos que dieron a los demócratas 89 votos electorales claves para garantizar el segundo mandato de Obama. Los demócratas ganaron Florida y sus 29 votos electorales por menos de 75.000 votos (50%/49,1%). También se hicieron con Nuevo México (cinco votos electorales) por un margen relativamente estrecho: 79.547 votos (53%/42,8%). Y en California, Obama venció con solvencia (60%/37%: 7,8 millones de votos contra 4,8), lo que le dio los 55 votos electorales californianos.

Dicho de otra forma: Con 80.000 votos de otro signo, los republicanos podrían haberse hecho con Nuevo México y Florida y elevar su cuenta de votos electorales a 240. Y en California no hubo nada que hacer… Ante Obama. Las encuestas dan a los demócratas –en la hipótesis, casi certeza, de que Hillary Clinton sea candidata- la victoria en California por el 53%, pero enfrentada a candidatos que no son Donald Trump.

(De otra parte, la reapertura de relaciones entre EE.UU. y Cuba abre un nuevo capítulo en el mapa electoral de Florida. La ventaja demócrata es que la tercera generación de cubanos exiliados –a todas luces, estadounidenses- acudirá a las urnas; la ventaja republicana es que el viejo exilio cubano sigue siendo un elemento movilizador, aunque quizá por última vez, en unas elecciones presidenciales).

Y sí, es cierto: el último republicano que ganó en California fue George Bush padre en 1988, casi como beneficiario del legado del expresidente –y ex gobernador de California- Ronald Reagan. Pero también es cierto que no disputar los 55 votos electorales californianos no entra en los planes de nadie, y menos a más de un año vista de las elecciones.

De esta manera, Trump sabe que, con el Bible Belt y el Midwest históricamente decantados hacia los republicanos, si aspira a la nominación –y desde luego a la presidencia- debe mover el sur fronterizo. Mover exactamente los estados puramente sureños que eligieron a Obama en 2008 y 2012: esto es Florida, Nuevo México y California. Y que la mejor manera de remover el voto conservador y de derechas de dichos estados es agitar el problema de la inmigración ilegal.

Si la estrategia le sale bien, no pierde el voto cautivo republicano y gana en Florida y Nuevo México, Donald Trump se asegurará competir por la presidencia, con las tradicionalmente demócratas California (55 votos electorales) y Nueva York (29 votos electorales) como campos abiertos.

Y si no obtiene la nominación, en Partido Republicano también obtendrá rédito. En comparación con Trump, cualquier candidato -¿Jeb Bush?- parecerá un centrista moderado capaz de seducir a los indecisos.

Porque la mejor vacuna contra el extremismo tal vez sea una pequeña dosis de extremismo.

P.S: Cabe recordar que los demócratas no ganan tres elecciones presidenciales seguidas desde tiempos de Franklin D. Roosevelt (1932-1944). Por algo será.

(Fuente: Librería presidencial George Bush)

Aunque los republicanos no ganan unas elecciones presidenciales sin Nixon o un Bush en el ticket desde 1928 (Herbert Hoover). Igualmente, por algo será.

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