Marisol Paino: Demasiado buena para ser mujer

rey20lama2020y20paino

Marisol Paino (de pie, primera por la izquierda, dorsal 15), en sus años en el Celta.

A finales de los años 70 del siglo pasado, en la casi nada que era el baloncesto femenino español, surgió Michael Jordan.

Solo que Michael Jordan era una mujer de Valladolid llamada Marisol Paino.

Y era tan buena, tan extraordinariamente excepcional, que la única explicación que se encontró entonces a su superioridad es que, en realidad, debía ser un hombre.

Esa era la clave, claro: era demasiado buena para ser mujer.

Marisol, nacida en agosto de 1955, debutó con el Celta de Vigo de la Liga Femenina en la temporada 1976-77. Y pronto marcó las diferencias: en una competición dominada por el CB Picadero el Celta emergió como una nueva fuerza. Al punto que las barcelonesas, campeonas de Liga en 1975 y 1976, vieron como el Celta, que nunca había ganado nada, les vencía en su cancha por 70-71.

Pero en esa victoria empezó el drama de Paino. La delegada del CB Picadero, Nuria Argüelles, firmó el acta del partido bajo protesta. La razón era la –supuesta- alineación indebida de la vallisoletana, por ser un hombre. La razón: su físico –no era una mujer atractiva- y su juego. Una mujer no podía ser tan superior, luego debía ser un hombre.

Al baloncesto femenino, en aquel 1977, se le hacía poco caso desde el punto de vista mediático. Menos incluso que ahora. Pero la noticia se convirtió en escándalo. “Un hombre juega en la Liga Femenina”, era el titular.

Y quién niega un titular llamativo.

Marisol se vio obligada a refugiarse en su casa de Valladolid la semana posterior al encuentro. Sólo volvió a Vigo para el duelo contra el L’Oreal de Madrid de diciembre de 1976. El Celta ganó y Paino, entre ovaciones, marcó 23 puntos. Pese a llevar una semana sin entrenar y sometida a un presión mediática terrible.

La cifra de 23 puntos es discreta. En su primer partido en la máxima categoría, disputado seis semanas antes, había anotado 37 puntos. Con apenas 21 años sumó más de la mitad de los puntos de su equipo.

La presión sobre el Celta, sobre el baloncesto femenino, fue enorme. La duda estaba instalada, y para disiparla se planteó que Paino se sometiese a pruebas médicas que demostrasen que era mujer. Pero Marisol no solo era una jugadora de baloncesto excepcional, era una persona con dignidad. Y que fuera una jugadora de baloncesto demasiado buena no era una razón para humillarse. El problema no era ella, era del que pensaba que el exceso de talento es una incorrección de género. Aun así tuvo que pasar por el trance de explicarse en público: “La menstruación la tuve por primera vez a los doce años, con lo que queda patente mi condición femenina. Luego, unos trastornos de ovarios me llevaron a hacer tratamiento adecuado y sin duda las hormonas pueden haber sido clave en la duda que ahora se plantea”.

Pero el problema creció.

El octubre de 1975 había salido a la venta la revista Don Balón, un semanario de fútbol, impulsado por el periodista José María García. La jugadora Charo Borges recordaba hace unos años como una portada de aquella revista –recordemos, monográfica de fútbol- sorprendió a toda la expedición del Celta en el aeropuerto de Tenerife, donde iban a jugar un partido. El rostro de Marisol ocupaba la portada, acompañada de este titular: “¿Hombre o mujer?”.

Así prendió una polémica que duró años. Paino, que fue internacional 23 veces, acabó fuera de la selección por el miedo federativo a que el escándalo se internacionalizara. O eso se sospecha. Un buen día, la selección dejó de llamarla. Sin más explicaciones.

En siete años, los que jugó Paino, el Celta, que nunca había ganado nada, ganó tres ligas y fue subcampeón en cuatro. Las que no ganó fueron para el Picadero de Nuria Argüelles, que fue subcampeón en los títulos del Celta. Y todo fue así hasta que la Federación cortó por lo sano, y dedujo que para poner fin a una sospecha infundada qué mejor que convertir en sospechosas a todas las jugadoras. Y ordenó, para la temporada 82/83, que todas las jugadoras de baloncesto de la Liga Femenina pasasen un control de sexo.

Para su entrenador en aquellos años, Luis Alberto Rey Lama -autor de Burbujas de gloria, un libro que recuerda al Celta de esos años-, «el control de sexo solo se exigía por entonces en los campeonatos de Europa de selecciones, y la imposición de esa norma en la Liga española no fue ni más ni menos que una persecución directa hacia Marisol. El Celta había ganado tres Ligas y dos Copas en seis años, y en aquellos tiempos, que un equipo de provincia superase a madrileñas y catalanas no se soportó demasiado bien en el poder.»

Marisol Paino se negó a pasarlo, con lo cual su ficha de baloncestista le fue retirada.

La vallisoletana dejó el baloncesto en ese 1982, con 27 años. Empezó a practicar el salto de longitud en su Valladolid natal.

La alternativa que le había ofrecido el CB Celta fue un empleo de enlatadora en una conservera de pescado viguesa. Como lo rechazó se negó a apoyar a Marisol cuando ésta intentó volver al baloncesto en las filas del también gallego Xuncas. “Debe ser sancionada”, dijo el directivo vigués Luis Fernández Castro.

Meses antes, el club le había prometido un trabajo como entrenadora de categorías inferiores. “Eso era mi mayor ilusión”, lamentó.

Paino habló sobre la polémica en Acento Robinson, en 2015. Merece la pena escucharla (el enlace, aquí). Con 60 años, recuerda su experiencia en los años 70: “Soy de carne, y está claro a qué género pertenezco”.

Y subraya: “Aquí solo se critica a la gente que destaca”.

En el mismo 1982 en el que Paino se vio obligada a dejar el baloncesto, en EE.UU. una jugadora, Cheryl Miller, anotaba 105 puntos en un solo partido.

105 puntos en un solo partido.

Y en el mismo año, en el mismo deporte que Marisol. Pero allí nadie pensó que fuera un hombre.

Así éramos.

¿Así somos?

* Cometí la imprudencia de subir este post a Menéame. Y los comentarios restan los interrogantes a la pregunta anterior.

Así somos.

3 comentarios en “Marisol Paino: Demasiado buena para ser mujer

Deja un comentario