(Porque qué es un blog sin un análisis precipitado sobre las presidenciales estadounidenses)
Las ciudades, a veces, hablan. Y en muchas ocasiones también se leen. El Eixample de Barcelona es un ejemplo: construido a finales del siglo XIX, coincidente con la Renaixença catalana, el noménclator de las calles horizontales es un relato. Empezando por Gran Vía (de los Corts Catalanes), y siguiendo por Diputació y Consell de Cent, estas tres calles llevan el nombre de distintos órganos de Gobierno de la ciudad y del Principado catalán. Le siguen, en orden ascendente, Aragó, València y Mallorca; esto es, los tres reinos que formaban parte de la Corona de Aragón y que continuaban siéndolo en la época de la construcción del Eixample. Y después, y también en orden ascendente, Provença, Roselló y Córcega, territorios que, siendo parte de la Corona de Aragón, entonces y ahora formaban parte de otros países.
Las ciudades se leen. Pero hay que saber leerlas. Sigue leyendo