‘La La Land’ es una trampa. Una trampa hecha de música, baile, la sonrisa displicente de Ryan Gosling y los ojos –tantos ojos- de Emma Stone. Es una trampa emocional, pero una trampa. Pero –eso nunca- no huyáis, insensatos.
Para hallar un cuerpo celeste en el espacio no es necesario localizarlo. También podemos inferirlo. Esto es, en función de lo que conocemos y por las circunstancias del entorno podemos deducir que en tal punto debe haber un planeta. Sencillamente porque el orden y las leyes que conocemos nos indican que para que ese orden pueda existir, ahí debe haber un planeta. Que no hemos visto, que tal vez nunca veamos. Pero sabemos que está ahí.
Algo parecido ocurre con La La Land. Creemos que hay una historia, pero en realidad solo la inferimos. Sigue leyendo