El ‘Brexit’, Cameron, la investidura y el PSOE

[Pensad, cuando lleguéis al final de este texto –quien llegue-, que he resistido la tentación de titular: ‘La investidura es… como un toro’]

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Susana Díaz y Pedro Sánchez | C. Márquez (El Mundo)

Cuando en pasado 23 de junio el Reino Unido se despertó fuera de Europa –aunque Farage ni siquiera seguía ahí- la crítica hacia David Cameron, ex premier británico, fue tan abundante como centrada en un punto. Cameron erró al convocar el referéndum, ya que sometió a todo el país, al futuro de todo el país, a una decisión de calado interno dentro de los conservadores.

Cuando en 1992 el Reino Unido firmó el Tratado de Maastrich, los tories sufrieron una convulsión interna. Con el euroescepticismo, disfrazado de nacionalismo excluyente, como excusa, una escisión de militantes del partido dio a luz al UKIP, que se hizo fuerte, paradójicamente, en el Parlamento Europeo y contagió a los conservadores de su escepticismo. El universo Tory se dividía entre euroescépticos y proeuropeos, y Cameron, para evitar una escisión en el partido y para frenar su propia debilidad, usó a Gran Bretaña como excusa. El resultado es conocido: un Brexit que no se sabe cómo ejecutar y un partido conservador más débil. Más débil por intentar solucionar externamente una cuestión interna.

Algo así –el paralelismo es de trazo largo- le sucede al PSOE con la investidura. Sigue leyendo

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Madrid, 1979 y la crisis de Podemos

El enfrentamiento entre las al menos tres almas de la formación morada no es una extravagancia, sino una consecuencia de su éxito. Y no es tan diferente a aquel que vivió el PSOE a finales de los setenta a cuenta del marxismo

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Orden, calma y cordura. El enfrentamiento interno en Podemos, con dimisiones, ceses, cartas públicas y un sinfín de titulares –“La crisis entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, sin duda significativa y noticiosa, ha merecido esta semana más titulares que el asesinato de Trotsky”, dice con finezza Enric Juliana- dibuja un partido al borde del ataque de nervios, cuando, muy probablemente, sea un partido que está encontrándose a sí mismo. Si fijamos las europeas de 2014 como nacimiento de la realidad Podemos, se trata de una formación insultantemente joven, de gran éxito mediático y depositaria de las emociones de muchos. Y todo lo que sucede en su entorno, más que crisis, es maduración. Nada del otro jueves.

Pensemos, por ejemplo, en 1979. El PSOE de entonces era el Podemos de ahora. Pasado al margen, era una formación nueva para un tiempo nuevo. De la misma forma que el PC fue el gran partido de la oposición durante el final del franquismo, una vez superada la dictadura, la izquierda cristalizó en el PSOE. Tal vez para los jóvenes, Carrillo y La Pasionaria eran figuras tan del pasado como Franco. En un sentido obviamente opuesto. Pero los jóvenes querían jóvenes. Sigue leyendo

¿Realmente ha cambiado España?

‘La concordia fue posible’, epitafio en la lápida de Suárez | LaVanguardia.com

La percepción de la España política de los últimos 40 años –es decir, la España posterior a la dictadura- es la de un país de izquierdas gobernado ocasionalmente por la derecha donde los partidos regionales han acumulado un peso decisivo, ejerciendo de bisagra para la gobernabilidad. Este axioma, que se refleja en las diez legislaturas habidas bajo el manto de la Constitución de 1978, parece romperse en este 2015 a causa del eco de la crisis, el proceso catalán, las sospechas (y certezas) corrupción extendida en el partido de gobierno y la irrupción de dos nuevos actores en el mapa político español, Ciudadanos y Podemos. Parece… O quizá no tanto. El dibujo del mapa político español con cuatro actores a la par que reflejaba el sondeo de Metroscopia para El País del 9 de marzo esconde en realidad un panorama ya conocido.

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Elecciones andaluzas: Bipartidismo contra bibloquismo

Susana Díaz celebra su victoria. / Foto: Antonio Pizarro (Diario de Sevilla)

(Pregunta a la andaluza tras el 22-M: ¿Ha muerto el bipartidismo? Respuesta a la gallega: depende. Porque en el proceso de una ejecución, ¿la víctima está ya muerta o está muriendo? Una vez más, el gato de Schrödinger. O el “no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo” del –creo- diputado Blasco Ibáñez. Vayamos no obstante partido por partido…)

PSOE (47 diputados, misma cifra que en 2012. Con un 99,95% escrutado pierde cerca de 80.000 votos respecto a la última convocatoria autonómica). Amarga victoria, aunque se venda de otra forma. Si el partido dominante en Andalucía durante 33 años debe sonreír porque ha detenido la sangría de votos y se queda a ocho escaños de la mayoría absoluta es que es consciente de que ha perdido peso. No hay más que irse a las elecciones de 2008, las últimas de antes de la crisis: en siete años, el PSOE andaluz ha perdido casi 770.000 votos. Conviene recordar que es el peor resultado, tanto en votos como en escaños, del PSOE en Andalucía desde 1994. Y conviene recordar el marco de 1994, el de un PSOE desgastado por la corrupción (Filesa, Banco de España, Expo, Roldán, Juan Guerra…) y el terrorismo de Estado (GAL). Aquel Gobierno autonómico, el segundo de Chaves, apenas duró dos años a causa e la pinza entre PP e IU. Sigue leyendo