[Pensad, cuando lleguéis al final de este texto –quien llegue-, que he resistido la tentación de titular: ‘La investidura es… como un toro’]
Susana Díaz y Pedro Sánchez | C. Márquez (El Mundo)
Cuando en pasado 23 de junio el Reino Unido se despertó fuera de Europa –aunque Farage ni siquiera seguía ahí- la crítica hacia David Cameron, ex premier británico, fue tan abundante como centrada en un punto. Cameron erró al convocar el referéndum, ya que sometió a todo el país, al futuro de todo el país, a una decisión de calado interno dentro de los conservadores.
Cuando en 1992 el Reino Unido firmó el Tratado de Maastrich, los tories sufrieron una convulsión interna. Con el euroescepticismo, disfrazado de nacionalismo excluyente, como excusa, una escisión de militantes del partido dio a luz al UKIP, que se hizo fuerte, paradójicamente, en el Parlamento Europeo y contagió a los conservadores de su escepticismo. El universo Tory se dividía entre euroescépticos y proeuropeos, y Cameron, para evitar una escisión en el partido y para frenar su propia debilidad, usó a Gran Bretaña como excusa. El resultado es conocido: un Brexit que no se sabe cómo ejecutar y un partido conservador más débil. Más débil por intentar solucionar externamente una cuestión interna.
Algo así –el paralelismo es de trazo largo- le sucede al PSOE con la investidura. Sigue leyendo